Los cimientos de la gastronomía argentina tienen sus raíces en dos pilares esenciales. Por un lado, encontramos la influencia de la tierra misma y las culturas que han habitado estas tierras durante milenios, es decir, los pueblos originarios. Por otro lado, no podemos pasar por alto la contribución significativa que han hecho los inmigrantes procedentes de todas partes del mundo en los últimos dos siglos.
Uno de los grupos de inmigrantes que más ha moldeado nuestra cocina, y que los argentinos hemos abrazado con entusiasmo, es la cultura italiana con su gastronomía rica en colores, nutrientes y posibilidades de combinación.
Desde una simple masa estirada y condimentada con queso y salsa de tomate, que se hornea para dar lugar a la deliciosa pizza, hasta las innumerables combinaciones que emergen a partir de esta base, la pizza se ha convertido en un placer irresistible para todos.
Lo mismo ocurre con la pasta (sin entrar en debates sobre su origen, ya sea chino o italiano), donde una mezcla sencilla de harina y huevo se transforma en una auténtica exquisitez. Las variantes de la pasta son igualmente infinitas, ofreciendo un abanico de posibilidades culinarias que no dejan de sorprender.
